LA LIBERTAD ACADÉMICA EN EE.UU., UNA MENTIRA DEVELADA ANTE EL GENOCIDIO DE PALESTINA

Washington, DC – 05 de diciembre: Dra. Claudine Gay, presidenta de la Universidad de Harvard, testifica ante el Comité de Educación y Fuerza Laboral de la Cámara en el Edificio de la Oficina de la Cámara de Rayburn el 5 de diciembre de 2023 en Washington, DC. El comité celebró una audiencia para investigar el antisemitismo en los campus universitarios. FOTO Kevin Dietsch/Getty Images/AFP

Qué iba a imaginar la Dra. en Ciencias Sociales, Claudine Gay, que su cargo de rectora de la Universidad de Harvard, la más antigua de EE.UU. y una de las más prestigiosa en el mundo, tendría el tiempo más corto de la historia de esta universidad, apenas 6 meses.

En julio del año se estrenó como rectora, convertida en un hito para Harvard, la institución educativa de elite por excelencia en EE.UU. Hija de inmigrantes haitianos, formada en Stanford (pregrado) y en el propio Harvard (doctorado), se convirtió en la primera persona negra -y la segunda mujer- al frente de la universidad. Para ese momento, Harvard conseguía ponerse a la vanguardia de las instituciones liberales del país que buscan compensar la escasez de minorías raciales en posiciones de liderazgo. Gay no solo es mujer y negra, sino que además su obra académica está dedicada a la representación de minorías y a su participación política.

Sin embargo, la luna de miel con la universidad le duró 3 meses apenas, cuando el 07 de octubre, comienza una crisis del largo conflicto Israel vs Palestina, el cual se convirtió en el transcurso de las semanas en un genocidio del pueblo de Palestina por parte del gobierno sionista de Israel, por lo que se agitaron los campus universitarios de EE.UU. Una treintena de grupos de estudiantes de Harvard acusó al régimen de Israel de la violencia en la región. Según la mediática internacional, la universidad guardó silencio ante estas protestas.

La guerra en Gaza rompe la comunidad universitaria de Harvard La dimisión de la rectora de la Universidad de Pensilvania tras ser acusada de permitir el antisemitismo en su campus es el último ejemplo de la censura proisraelí en EEUU. Manifestantes en la universidad de Harvard BRIAN SNYDER / REUTERS

Muchos estudiantes, asociaciones judías, exalumnos y donantes poderosos a la universidad criticaron la tibieza de Gay, que no había condenado ni a Hamás ni la carta antiisraelí de los grupos de estudiantes.

La condena al grupo terrorista por parte de Gay llegó el día 10 de octubre, pero para entonces, Harvard se había convertido en un hervidero de protestas, tensión y alegaciones de antisemitismo.

El asunto se trasladó a la política de inmediato. Las voces conservadoras acusaban a las universidades de doble estándar en su reacción a los ataques de Hamás y a los discursos antisemitas en el campus, en comparación con causas liberales. En medio de esa polémica, el 24 de octubre un profesor anónimo presentó las primeras acusaciones de plagio contra Gay.

La rectora trató de calmar aguas con mensajes de que el antisemitismo no tiene cabida en la universidad y con condenas expresas del lema palestino ‘desde el río hasta el mar’, considerada por muchos judíos como un llamamiento a la eliminación del estado de Israel.

Pero todo se desbordó en Washington a comienzos de diciembre (05 de diciembre), en una comparecencia de la rectora Gay, conjuntamente con Elizabeth Magill, rectora de otra institución educativa de elite de EE.UU., la Universidad de Pensilvania, y la rectora Sally Kornbluth, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), quienes fueron increpadas por un comité de la Cámara de Representantes (liderada por republicanos,) en medio de fuertes críticas de los diputados republicanos a la gestión tibia de manifestaciones y conductas antisemitas en las universidades estadounidenses, donde se han centrado buena parte de la defensa a la causa palestina.

La republicana Elise Stefanik, exalumna de Harvard, interrogó una y otra vez a las rectoras sobre si los llamamientos al genocidio del pueblo judío, que, según dijo, se habían escuchado en protestas en los campus, violan las normativas o los códigos de conducta de las universidades. Ante estas preguntas, Claudine Gay respondió que esos discursos de odio le resultan «personalmente aborrecibles» y considera que van en contra de los «valores de Harvard», pero enfatizó el compromiso de la institución con la libertad de expresión, incluso de «opiniones que son objetables, ofensivas y llenas de odio». Explicó que en los casos en que «ese discurso se convierte en una conducta que viola nuestras políticas contra el acoso, la intimidación, el hostigamiento…», se toman medidas, pues la universidad cuenta con «procesos disciplinarios sólidos que permiten responsabilizar a las personas». Esa respuesta, considerada ambigua, desató fuertes críticas de algunos egresados y políticos, incluso a la diputada Stefanik. Una repuesta similar de la rectora de Pensilvania acabó con su dimisión.

A pesar que la cabeza de Elizabeth Magill rodara a los pocos días de la mencionada comparecencia, la rectora Gay pudo conservarla, asediada por las críticas. El consejo de administración de la universidad más prestigiosa de EE.UU. ha decidido en la 2da semana de diciembre de mantener a Gay en el cargo en medio de fuertes llamamiento para su destitución por su gestión del antisemitismo en el campus y por sus propias reacciones alrededor de los ataques terroristas de Hamás del pasado 7 de octubre. Harvard no podía permitirse un descalabro así en la primera persona negra como rectora (https://www.abc.es/cultura/dimite-rectora-universidad-harvard-acusada-antisemitismo-plagio-20240102200532-nt.html).

Sin embargo, se inició otro frente de guerra para la rectora Gay: pocos días después de la comparecencia, empezaron a publicarse en medios conservadores las alegaciones de plagio de su tesis doctoral y de varios artículos de su autoría. Un panel independiente de la universidad estudió el caso y resolvió a su favor a toda prisa: reconoció que había problemas en las citas de sus obras, pero decidió mantenerla por no haber «intencionalidad ni descuido».

Pero la publicación de los plagios -extractos de otras obras copiados de forma casi literal- debilitaron su figura y su continuidad empezó a ser debatida con más fuerza dentro del campus. Algunos estudiantes aducían que esos plagios supondrían para ellos una suspensión. Muchos profesores defendieron a Gay, incluyendo autores a los que había copiado. En redes sociales se cuestionaban sus méritos académicos y se defendía que había sido elegida rectora por ser negra. Las últimas acusaciones de plagio han acabado por derribar a Gay (https://www.abc.es/internacional/harvard-mantiene-rectora-frente-criticas-gestion-antisemitismo-20231212200017-nt.html). Tuvo que presentar su renuncia el pasado martes 02 de enero, comenzando el año 2024.

La exrectora Gay añadió que fue «doloroso» presenciar «tensiones y divisiones» que «han debilitado los lazos de confianza y reciprocidad» en la comunidad universitaria, al tiempo que afirmó sentirse «angustiada» frente a las «dudas» sobre su compromiso contra «el odio» y su respeto al «rigor académico», a la vez que «aterrada» por «los ataques personales y las amenazas alimentadas por animosidad racial» que ha enfrentado en las últimas semanas. (https://es.euronews.com/2024/01/02/la-rectora-de-harvard-deja-su-cargo-tras-verse-envuelta-en-la-polemica; https://actualidad.rt.com/actualidad/494385-dimite-rectora-harvard-acusaciones-plagio ).

Estos hechos resumen la intolerancia imperante en los campus universitarios de EE.UU. ante aquellos que no apoyan el genocidio que está ocurriendo en Palestina, o no fijan posición sobre el tema. Pero, hay que decirlo, también surgió el racismo y el antifeminismo: una mujer y negra dirigiendo a la Universidad de Harvard, que forma parte de lo que se conoce como la Ivy League, las 8 universidades más exclusivas de Estados Unidos (Estas instituciones -que incluyen a Brown, Princeton o Yale- tienen un costo promedio de matrícula de US$55.000 al año y admiten más o menos a 1 de cada 20 solicitantes) (https://www.bbc.com/mundo/articles/c19yp2j7x0lo).

Por otra parte, de nuevo surge el controversial tema que el dinero en esas universidades privadas de EE.UU. es el factor limitante de la autonomía universitaria. Dependiendo de los ingresos y quien lo haga, se toman decisiones académicas de diferentes índoles.

En el caso de la rectora Gay, se pudo conocer que más de 70 legisladores, incluidos dos demócratas, pidieron la renuncia de Gay. Varios exalumnos y donantes de alto perfil de Harvard también solicitaron su salida, a pesar que más de 700 profesores de Harvard habían firmado una carta apoyando a la rectora. El exalumno y donante multimillonario Bill Ackman afirmó en una carta a las juntas directivas de Harvard que «los fracasos de la rectora Gay han provocado la cancelación, pausa y retirada de donaciones a la universidad por miles de millones de dólares» (https://www.revistaeyn.com/empresasymanagement/las-razones-de-la-renuncia-de-la-rectora-de-harvard-JP16802469 ).

Por otra parte, se pudo observar la influencia que han tenido los protagonistas sionistas, altas autoridades de Israel, sobre esta situación política en las universidades estadounidenses y el linchamiento que ocurrió contra la académica Gay: «El fracaso del liderazgo y la negación del antisemitismo tienen un precio. Espero que la gloriosa Universidad de Harvard aprenda de esta lamentable conducta», escribió el nuevo ministro de Asuntos Exteriores israelí, Israel Katz, en respuesta a los informes sobre la inminente salida de Gay. Asimismo, El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, un aliado cercano de Estados Unidos, afirmó que una «enorme ola de antisemitismo» se ha «filtrado en los campus universitarios». Yad Vashem, el memorial oficial del Holocausto de Israel, lo ha descrito como un «cáncer».

Triste final de una mujer, negra y académica. Ha sido víctima de un condenable hecho de racismo e intolerancia, por aquellos que se consideran los pensantes y garantes de la libertad académica en las universidades de ese país. Mientras, nuestra primera universidad del país, la UCV, no han declarado nada, silencio total contra el genocidio que le está ocasionado al pueblo de Palestina. ¿Será que tienen miedo a un similar destino de la rectora Gay?

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