Por: Dr. Carlos Aponte.
INTRODUCCIÓN.
Hombres y mujeres en movimiento…
Estamos en el año 1978, un equipo dirigido por la paleoantropóloga Mary Leakey descubre un trazado de huellas absolutamente espectacular…, huellas como aquella del relato de Robinson Crusoe de Daniel Defoe:
Un día a eso del mediodía, cuando me dirigía hacia donde estaba mi canoa, me sorprendió enormemente descubrir las huellas de un pie desnudo, perfectamente marcadas sobre la arena. Me detuve estupefacto, como abatido por un rayo o como si hubiese visto un fantasma. Escuché y miré a mi alrededor, pero ni oí ni vi nada… Allí estaba muy clara la huella de un pie, con sus dedos, su talón y todas sus partes. No sabía, ni podía imaginar, como habían llegado allí.
Sí, y como dice el personaje de Defoe, allí estaban las huellas, las pisadas de al menos tres primates homínidos, verdaderos icnofósiles (aquellos rastros, huellas, trazos que dejan los organismos producto de su actividad, comportamiento, interacciones, relaciones, etc., y que los procesos de sedimentación los registran y los guarda en la profundidad del tiempo y el espacio).
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