¿Es la silla el nuevo cigarrillo?

Se ha dicho que la silla es el nuevo tabaco por los efectos negativos que produce el sedentarismo en el cuerpo humano. Un estudio llamado proyecto DESKcohort, realizado en 2022 por investigadores de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y del Campus Manresa de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (Uvic-UCC), determinó que, en España, un 40% de los adolescentes varones no realiza el mínimo de ejercicio recomendado por la Organización Mundial de la Salud, correspondiente a una hora diaria, situación que es incluso peor en el caso de las jóovenes: sólo una de cada tres no es sedentaria.

Un estudio de largo alcance, publicado en The Lancet Psyciatry, determinó que los adolescentes pasan más de 9 horas sentados, y esta situación empeora conforme pasan los años. Más edad es igual a menos movimiento.

Un estudio de la Universidad de Cleveland realizó un contraste entre ambos”hábitos” y determinó que la comparación es engañosa, sin embargo ofrece datos que permiten entender los riesgos asociados al sedentarismo y al tabaquismo

Hablemos del ejercicio vs el sedentarismo

Un estudio publicado por el Centro de Inflamación y Metabolismo y el Centro de Investigación de la Actividad Física (CIM/CFAS de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, ofrece luces al respecto.

En los músculos esqueléticos, los que se encargan del movimiento corporal, hay proteínas como las miosinas, que junto a las actinas permiten la contracción muscular. Las miosinas son segregadas y permiten a los músculos comunicarse con otros órganos como el tejido adiposo (grasa corporal), el hígado, el páncreas, los huesos y el cerebro. Una de ellas, la miosina IL-6, es liberada en la sangre durante el ejercicio, tiene efectos inmunológicos y metabólicos múltiples.

Los estudios en humanos indican que la infusión de IL-6 retrasa el vaciado gástrico, reduce las concentraciones de glucosa postprandial y disminuye la secreción de insulina. Además, estudios experimentales sugieren que la IL-6 podría regular el apetito. También hay evidencia creciente de que la IL-6 juega un papel central en la pérdida inducida por el entrenamiento de la masa de tejido adiposo visceral en humanos.

Se han realizado estudios experimentales recientes en ratones que muestran cómo el ejercicio voluntario suprime el crecimiento tumoral a través de la movilización y redistribución dependientes de la epinefrina (hormona y neurotransmisor asociado al aumento de la frecuencia cardíaca, vasoconstricción y dilatación de las vías respiratorias) y de la IL-6 de células NK citotóxicas.

Se sabe desde hace tiempo que la IL-6 es una molécula pleiotrópica (asociada a un gen que controla múltiples rasgos), pero los avances recientes sugieren que los roles fisiológicos de la IL-6 involucran múltiples aspectos del metabolismo, así como un papel en la defensa contra tumores.

La IL-6 se libera a la circulación durante el ejercicio y combate a las inflamaciones. El entrenamiento físico reduce la masa de tejido adiposo visceral y este efecto del ejercicio se anula cuando es bloqueada la IL-6. Además reduce el apetito mediante acciones en el Sistema Nervioso Central.

Un camino a la depresión y la ansiedad

Investigadores de la Universidad Pepperdine, de California, y de la Universidad de Richmond, Virginia, analizaron datos representativos a nivel nacional de 325.219 estudiantes en 80 países utilizando como criterio una escala que clasificaba como “físicamente inactivos” a los encuestados si informaban participar en actividades moderadas o actividad física vigorosa de menos de 60 minutos diarios. Los estudiantes fueron clasificados como sedentarios si se sentaban tres o más horas al día fuera de la escuela, como cuando se tiene tiempo frente a una pantalla que no está relacionado con el estudio.

En total, el 84% de los estudiantes eran físicamente inactivos, el 37% eran sedentarios y el 91% cumplían la definición del concepto que llamaron “comportamiento lánguido”.

El estudio publicado en The Lancet Psychiatry, antes mencionado, plantea que que, “los jóvenes que pasaban mucho tiempo sentados mostraron un 28.2% más de depresión a los 18 años. Aunado a eso, los investigadores descubrieron que por cada hora adicional sedentaria en su juventud, los niveles de depresión aumentaban al llegar a la mayoría de edad”.

La investigación continúa explicando, que, “por el contrario, aumentar tan solo una hora la actividad física, disminuyó la depresión en un 9.6% si se empezaba desde los 12 años, un 7.8% si comenzaba a los 14, y un 11.1% si iniciaba a los 16 años”.

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